Domingo, 24 de diciembre de 2023
Y Dios pidió permiso…
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Pues así comenzó la historia de la Navidad. Con un Dios pidiendo permiso a una jovencita desconocida de un pueblo desconocido. Dios no es de los que atropella, Dios es elegante y caballero. Hasta habría que decir que Dios es humilde y respetuoso.
Dios pidió permiso para encarnarse. Pidió permiso para utilizar el seno de una joven nazaretana. Pidió permiso para poder entrar en nuestra historia en su condición humana. No nos pidió permiso para crearnos. Pero, a partir de ahora, Dios no hace nada sin el permiso del hombre.
La anunciación de María, si la leemos atentamente no es sino un pedirle permiso a María para que acepte la maternidad humana de Jesús. Es el estilo de Dios y lo sigue siendo todavía hoy en cada una de nuestras vidas. Aquella frase del Apocalipsis es bien significativa: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguien me abre, entraremos y cenaremos juntos.”
Dios tampoco hace las cosas a escondidas. Envía al Angel que la salude en su nombre y le manifieste sus deseos y su voluntad sobre ella y su destino maternal. “Alégrate, llena de gracia”.Se cuenta de ese pájaro que conocemos como el Cucú que no se toma la molestia de hacer el nido y empollar sus huevos, prefiere aprovecharse de los demás nidos y poner ellos un huevo para que otros lo empollen y cuiden y alimenten a su cría.
No. Dios no tiene nada de Cucú. Dios hace las cosas con claridad, sin engañar a nadie. Las dice y las avisa. Y ahora a quedarse a la espera de la respuesta de María.
Siempre he creído que es un riesgo fiarse de Dios, pero es un riesgo que bien vale la pena. También he creído que el verdadero riesgo es el que se corrió Dios con nosotros porque, al fin y al cabo, Dios se expone al no de María, al no de los hombres, al no de José. Pero a Dios le encanta correrse todos los riesgos.
Los corre cada día con cada uno de nosotros. Nos llama, toca a la puerta de nuestros corazones y la respuesta ya la sabemos todos por experiencia. Con frecuencia llama y no nos encuentra en casa. Otras veces hay tanto ruido dentro que no se escucha el timbre. Además, no pocas veces nos pasa lo mismo con el teléfono: “Dile que no estoy, que he salido, que no sabes dónde estoy ni cuando regresaré”.
Esa historia de la Encarnación y de la Navidad que comenzó con la Anunciación a María, termina siendo la historia de Dios con cada uno de nosotros. Con la diferencia de que mientras unos le dicen sí y le abren la puerta, otros preferimos decirle que no estamos en casa. Porque hasta en eso queremos quedar bien con Él y ser educados. No le hacemos caso, pero queremos quedar bien con Él.
¿Cuánto dista Nazaret de Belén?
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Señor, ¿es muy duro el camino de Belén?
El camino de Belén no es ni duro ni blando.
El camino de Belén fue blando para Dios que ansiaba llegar.
El camino de Belén es blando para cuantos buscan a Dios.
El camino de Belén es blando para quienes llevan el corazón en sus pies.
Para María y José, el camino de Belén fue largo y se les hizo corto.
Tan largo como los caprichos humanos que organizaron el Censo.
Tan corto como el amor que vive de la espera.
Tan largo como el cansancio de los pies.
Tan corto como el amor que espera al Dios en la cuna.
Tan largo como el que no sabe a dónde va.
Tan corto como el que ha visto la estrella.
¡Felices Navidades!
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Felices Navidades
A cuantos se solidarizan con los demás.
A cuantos se solidarizan con los que sufren.
A cuanto se solidarizan con los que viven solos.
Felices Navidades
A todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
A todos los hombres y mujeres que luchan por la paz.
A los hombres y mujeres que, aun en medio de sus dificultades,
siguen teniendo a Dios como su mayor consuelo.
A todos
¡FELICES NAVIDADES!