Hoja Parroquial

Domingo 21 – C | Preguntas importantes

Domingo, 21 de agosto del 2022

Dios no responde preguntas inútiles

cúanto serán los salvados

Hay preguntas y preguntas. Hay preguntas que bien vale la pena hacerlas y esperar la adecuada respuesta, pero hay unas que sirven de nada y simplemente pueden indicar una curiosidad morbosa inútil.

¿Te interesa mucho saber el número de los que se salvan? ¿Para qué? ¿Para saber si tú entrarás en el cupo o por la simple curiosidad de las matemáticas? Además, hay preguntas que nos descubren. Cuando era profesor de filosofía, en vez de preguntarles a mis estudiantes, hacía que ellos mismos se preguntasen unos a otros. Es que en la manera de hacer la pregunta uno percibe si entiende el problema o no.

En el caso del Evangelio, el que le pregunta a Jesús, sin darse cuenta, está manifestando la pequeñez de su corazón. Posiblemente tú y yo le preguntaríamos: “Señor, ¿será muchos los que se salven?” Pero este curioso, pregunta al revés, pregunta desde la pobreza de su corazón: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?”. De seguro era alguien que creía que la salvación era muy difícil o que se imaginaba que la salvación dependía de su propio esfuerzo y no de la generosidad y gratuidad del corazón de Dios.

Por eso, como en otras muchas ocasiones, Jesús le desvía la respuesta. Jesús no juega con las matemáticas y sencillamente le señala el camino de la salvación. Lo mismo que no se metió a repartir herencias, tampoco ahora se mete a contar los que se salven, esa no es su misión. Su misión es mostrar el camino, enseñar el camino, decir cómo se llega a la salvación.

Si bien, al final del texto, como que le abre una puertecita de aliento. “Muchos vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa del reino de Dios”. De alguna manera le dice que serán muchos y de todas partes. Lo cual no quiere decir que los de cerca lo tengan tan seguro porque también hay muchos que “comen y beben con Él” que, sin embargo, se quedarán a la puerta como ilustres desconocidos. No siempre los que la tienen más fácil serán los que la consiguen. En esto de la salvación pueden darse muchos engaños.

De todos modos, Jesús es optimista. Vendrán de todas partes del mundo. Y vendrán muchos. El amor y la gratuidad del Padre no puede fracasar. La plenitud del amor del Padre en su Hijo crucificado tiene que ser correspondida con la plenitud de la salvación. Yo tengo por seguro de que el cielo no estará vacío. El cielo, como espacio de los salvados, Dios lo quiere ver lleno porque el poder de su amor y de su gracia va más allá de nuestras matemáticas.

María y el misterio del Pueblo de Dios

Virgen María

Sabemos que los hermanos separados tienen toda una serie de prejuicios contra la Virgen María y contra su culto. No podemos negar que, con frecuencia, nuestras ideas nacen de toda una serie de elementos circunstanciales, emotivos y sicológicos.

Ellos todo lo centran en la figura de Cristo, nosotros también.
Para nosotros, el centro de la fe, no es María, sino Jesús.
Para nosotros el verdadero salvador es Jesús, y no María.
Para nosotros el verdadero camino para llegar la Padre es Jesús, no María.

Pero, ¡cuidado!, Dios ha puesto a María en todos esos caminos, precisamente como modelo. María no se entiende si no es en relación precisamente con Jesús y con la obra de Jesús.

Ella es el modelo de fe, es la que nos lleva al encuentro con Jesús.
Ella es el modelo de la mujer salvada en Jesús. Por tanto, nos muestra el camino de la salvación.

Ella no es el final del camino, sino la madre que acompaña a sus hijos en el camino. Cuando le rendimos culto, lo que hacemos es celebrar la Obra de Dios en ella. Ella misma lo entendió así: como el modelo de la obra de Dios en la criatura. “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. “Hizo en mí maravillas”. A María será preciso mirarla como el “modelo de Dios”, como el “modelo de la fidelidad”, como el “modelo del seguimiento de Jesús”.

La verdadera devoción a María será, por tanto, verla vivir el Evangelio, ver vivido el Evangelio, verla como el modelo de la escucha y de la respuesta. Hay en María una radicalidad evangélica que es la que tendremos que aprender e imitar todos nosotros. María nos remite a Jesús y Jesús nos remite al Padre. Ese es el verdadero camino de la fe del cristiano.       

Orar como María

quiero orar como María

Orar desde lo que Dios hizo en ella.
Ora desde lo que Dios hace en ti.

Reconocer la obra de Dios en ella.
Reconoce la obra de Dios en ti.

Sentirse obra de la gracia de Dios en ella.
Siente que eres obra de la gracia de Dios en ti.

Se sintió como la primera bienaventurada.
¿Seré yo fruto de las bienaventuranzas?

Se sintió como parte de la historia de su Pueblo.
Trata de sentirte parte de la historia del Pueblo de Dios hoy.

Se sentía reconocida por las generaciones futuras.
Que cuantos te miren reconozcan y alaben a Dios en ti.

María habla poco, y escucha mucho.
Orar no es hablar demasiado.
Oras cuando le escuchas a Él.
Oraba para entender con el corazón lo que su cabeza no entendía.

Lo que no entiendas conviértelo en oración.
Más entiende tu corazón que tu cabeza.

Pensamientos para pensar

ideas para pensar

¿De qué sirve un buen libro para quien no sabe leer?
¿De qué sirven las bonitas palabras para quien no sabe escuchar?
¿De qué sirve la luz para el que no tiene ojos para ver?
¿De qué sirve el amor para el que no tiene corazón?
¿De qué sirve el pan para el que no tiene hambre?
¿De qué sirve el agua para el que no tiene sed?
¿De qué sirven los zapatos para el que no tiene pies?
¿De qué sirve el perfume de las flores para el que no tiene olfato?

No digas que no existen las cosas,
porque tú no las ves.

No digas que no existe Dios,
porque tú no tienes fe.

No digas que no existe el pecado,
porque tú no tienes conciencia.

No digas que no existe el amor,
porque tú no eres capaz de amar.

No digas que no existe la generosidad,
porque tú solo vives del egoísmo.

No digas que no existe la verdad,
porque tú vives en la mentira. (C.S)

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