Hoja Parroquial

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El que quiera ser el “primero”, pase al último lugar.
El que quiera ser “más”, póngase al servicio de todos.
El que quiera “enaltecerse”, será “humillado”.
El que quiera ser “el último”, ese “pasa al primero”.
La Iglesia es un mundo al revés.

Lo primero para el mundo es lo último para la Iglesia.
Lo último para mundo es lo primero para la Iglesia.
Lo importante para el mundo carece de importancia en la Iglesia.
Lo inútil del mundo es lo importante para la Iglesia.

Importantes para el mundo son los que pueden condenar a los demás.
Lo importante para Iglesia es el Crucificado condenado.
Importante para el mundo es triunfar socialmente.
Importante para la Iglesia es el fracaso del Crucificado.
Importante para el mundo es vestir con elegancia.
Importante para la Iglesia es el Crucificado desnudo en la Cruz.
Importante para el mundo son las coronas de laureles.
Importante para la Iglesia es la corona de espinas del Crucificado.

¿Acaso lo invento yo? Escuchemos lo que dice Pablo:
“¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo, para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte”. (1Co 1,26-28)

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El «Documento de Aparecida» propone mirar la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar la meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión», explica una síntesis del CELAM.

Un bello programa para afrontar nuestra realidad cristiana en el mundo de hoy:

“Mirar la realidad con ojos iluminados por la fe”. No es igual ver la realidad como un político o un economista que como un creyente. La fe nos hace ver la realidad con los ojos de Dios.

“Un corazón lleno de amor”. Mucho más ve el corazón que los ojos. Mucho más ve el amor que la inteligencia. Mirar con amor el mundo que nos rodea, es comprometernos ya con él.

“Proclamar el Evangelio con alegría”. Las buenas noticias no se anuncian con lágrimas en los ojos, sino con la alegría de la esperanza. No se anuncia el Evangelio con pesimismo, sino con optimismo.

“Discernimiento comunitario”. Ya no se trata de que sólo el obispo o el pastor piense por todos. Todos estamos llamados a hacer el discernimiento de lo que Dios quiere de nosotros hoy en América Latina y El Caribe. No se trata de una simple reflexión sociológica sino “abiertos al soplo del Espíritu” que es el que guía y anima a la Iglesia.

“Líneas comunes de acción”. Nada de francotiradores, sino una misma meta, una misma esperanza y un mismo plan de acción.

“Un pueblo de Dios en estado permanente de misión”. Por fin se dicen las cosas claras. La misión es de la Iglesia y todos somos Iglesia. La suerte del Evangelio depende de todo el pueblo cristiano y no de unos cuantos.

¿Te inscribes? ¿Aceptas el desafío que todos tenemos por delante?

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El apetito viene de dentro.
El amor nace dentro.
La alegría nace dentro.
Las ilusiones nacen dentro.
Las esperanzas nacen dentro.

Los brotes del rosal brotan desde dentro.
Las yemas de la higuera brotan desde dentro.
Las flores del cerezo brotan desde dentro.
La vida brota desde dentro.

De dentro brotan los buenos y malos sentimientos.
De dentro brotan también las envidias.
De dentro brota el agradecimiento.
De dentro brota la rabia y el mal humor.

De dentro nace el niño.
De dentro nace el creyente.
De dentro nace la esperanza.

Es que dentro llevamos como una fuente.
Es que dentro llevamos como un manantial.
Dentro está Dios, fuente de vida.
Dentro está el Espíritu, fuente de energía.

Y mientras tanto yo empeñado en vivir “fuera”.
No soy testigo del nacimiento de nadie.
Todo lo veo cuando ya ha brotado y salido afuera.
Me da miedo vivir en ese dentro, fuente y origen de todo.

¿No conoces tu centro?
¿No vives desde tu centro?
Entonces no eres testigo de todo lo que nace dentro de ti.