Hoja Parroquial

Domingo de Ramos – C | Semana Santa

Domingo 10 de abril del 2022

Una semana que da para todo

Semana Santa

La Semana que comenzamos da para todo, hasta se diría que da demasiado para que uno pueda abarcarla adecuadamente. Algunos pudieran pensar, a juzgar por sus comienzos, que el Domingo de Ramos debe ser algo así como la Semana de Fiestas de uno de nuestros pueblos. Es que comienza con mucha bulla, con mucho alboroto porque el pueblo suele ser así cuando se pone a celebrar la vida. El Domingo de Ramos el pueblo sintió la presencia de la vida y comenzó a celebrarla, tal vez sin saber a ciencia cierta todo lo que celebraba. Pero al pueblo sencillo, no le pidan explicaciones. Pídanle los sentimientos de su corazón que son la mejor ciencia y el mejor saber del corazón sencillo.

Sigue luego un silencio peligroso. Son los días en los que las tinieblas andan buscando caminos, los corazones comienzan a endurecerse, los pensamientos se llenan de muerte y la traición se enmascara de amistad. Se celebran pactos. Se urden trampas. El mal va acorralando a Jesús.

A mediados de semana tenemos una eclosión de amor, de luz, de generosidad. El Jueves Santo vuelve a llenarse de luz y de sombras. Las luces del nuevo pan de la vida. Las luces que comienzan a iluminar el final. Son las horas de las despedidas, pero también las horas de enraizarse en medio de nosotros. Nunca el pan fue tan pan, ni el vino tan vino. Nunca el recuerdo y la memoria se hicieron tan fuertes hasta el punto de hacerse sacramentos.

El Viernes Santo amanece con una carga de resentimiento y venganza tremenda. Las tinieblas madrugan para juzgar y condenar. Las calles de Jerusalén convierten a Dios en espectáculo de los hombres. Nunca Dios se vio tan venido a menos, ni el hombre se sintió tan dueño de Dios. Nunca la verdad fue tan clara y tampoco tan vilipendiada. Un mediodía lleno de muerte y lleno de vida. Nunca la muerte gritó tan fuerte la vida, ni nunca la debilidad se hizo tan fuerte.

Un sábado de calles vacías. Un sepulcro aguardando el despertarse de la vida. Nunca el sepulcro se vio tan lleno y tan vacío. Corazones apagados a la espera de un nuevo amanecer. Esperanzas que se apagaban y esperanzas que volvían a encenderse. Todo guarda silencio: Dios y los hombres. Todos a la esperanza de la gran voz del ALELUYA divino proclamando la vida. RESUCITÓ.

Figuras de la Pasión

personajes de la Pasión de Cristo

La historia de la Pasión y Muerte de Jesús se escribe en base a una serie de personajes perfectamente tipificados. Podemos ser cualquiera de ellos. Hasta es posible que personifiquemos a varios de ellos. Simplemente los presentamos, el resto lo dirá cada uno:

Judas: El creyente desilusionado de Jesús.
Pedro: El creyente que cree más en sus fuerzas que en el poder de la gracia.
El Gallo: El grito de la conciencia.

Jefes religiosos: La mentira y los intereses personales barnizados de verdad.
Pilato: El hombre que ve la verdad, y se queda con la mentira. Juega a las conveniencias.
Herodes: El hombre para quien la religión es una diversión.
Pueblo: Víctima siempre de las influencias de los de arriba.

Simón de Cirene: El hombre que presta sus hombros al que los necesita.
Piadosas mujeres: Sentimientos y lágrimas, pero falta de compromiso.
Buen Ladrón: El hombre que aprovecha los momentos de la gracia.
Mal Ladrón: El hombre insensible al amor del Padre.

La Madre: La fidelidad hasta el final.
Juan: El amor y el amigo hasta el final, aunque no entiende nada.

Los soldados: Víctimas de la obediencia. Se reparten lo poco que tienen los pobres.
El Centurión: El primer fruto de la gracia de la Cruz y la Muerte.

José de Arimatea y Nicodemo: Sirven para enterrar muertos, ya que no le creyeron estando vivo.

Los discípulos: ¿Dónde están? El desconcierto los oculta.
Dios Padre: El gran callado. El gran silencio. Espera su hora y momento.

El silencio de Dios

Pasión de nuestro Señor

La semana que comenzamos bien pudiera llamarse la “semana del silencio de Dios” porque a lo largo de estos días más que la palabra de Dios escucharemos la “palabra de los hombres”.

Los tres años de la vida pública pudiéramos definirlos así “Y Jesús dijo…”. En cambio, estos días habrá que definirlos como “Y Jesús callaba…”. ¿A qué se debe el silencio de Jesús durante la Semana de Pasión? Yo diría que, durante esta semana, Jesús no necesita de las palabras, su vida misma se hace palabra. “¿No dices nada?” Y Jesús callaba. “¿No respondes nada?” Y Jesús callaba.

La máxima plenitud de vida se convierte en la máxima Palabra.
La total inocencia se hace máxima Palabra.

No tiene por qué dar razones ni explicaciones de su inocencia, el silencio es su gran palabra. Deja que sea su vida la que hable. Dios se hizo palabra en Jesús, al encarnarse. Ahora Dios se hace silencio en su muerte. Hay que escuchar sus palabras. Ahora es preciso escuchar sus palabras hechas silencio. También el silencio es una manera de hablar. El silencio es estilo de hablar de los inocentes. Durante estos días, debiéramos hacer un poco de silencio dentro de nosotros para escuchar el silencio de Dios. Escuchar el silencio desde el silencio. Sólo se escucha debidamente el silencio con el silencio.

Dios en manos de los hombres: calla.
Dios pide justicia: con su silencio.
Dios se defiende: con el silencio.
Dios demuestra su inocencia: con el silencio.
Dios escucha la sentencia: en el silencio.
Dios muere en la cruz: en silencio.
Dios es sepultado: en silencio.

Meternos en ese silencio de Dios es meternos en la Palabra eterna de Dios. Porque Dios en su misterio trinitario es palabra en el silencio, es comunión en el silencio. Dios se nos mete en el alma en el silencio.

¿Dónde está Dios?

Pasión y Muerte de Cristo

¿Dónde está Dios en la agonía del corazón en el Huerto?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando se le condena de blasfemo?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando se le juzga y condena ante Pilato?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando todos gritan su muerte?
Está en el silencio.

¿Dónde está Dios cuando carga la cruz?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando le crucifican?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando le insultan en la cruz?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando lo cuelgan de la cruz?
Está en el silencio.
¿Dónde está Dios cuando muere en la cruz?
Está en el silencio.

¿Dónde está Dios cuando todos quedan escandalizados, desilusionados?
En el silencio.
¿Dónde está Dios en mi vida tantas veces?
En el silencio.
¿Dónde está Dios en mis pruebas y dificultades?
En el silencio.
¿Dónde está Dios cuando me acusan, siendo inocente?
En el silencio.
¿Dónde está Dios cuando no entiendo nada?
En el silencio.

¿Cómo responde Dios a mis gritos?
Con el silencio.
¿Cómo responde Dios a mis quejas?
Con el silencio.
Ya entiendo: ¿dónde escuchar a Dios?
En el silencio.
¿Cómo escucharle?
En silencio.

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