Hoja Parroquial

Domingo 12 – A | Sin miedo

Domingo, 18 de junio del 2023

“No tengan miedo”

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Nuestro corazón está habitado por cantidad de “miedos”. Miedos que con frecuencia nos paralizan, nos inutilizan y nos impiden avanzar. Jesús conocía muy bien estos miedos del corazón humano. Estos miedos paralizantes, por eso les pide “no tengáis miedo”.

No tengáis miedo en dar la cara por el Evangelio. Es cierto que anunciar el Evangelio siempre será un riesgo y un peligro, pero vosotros no tengáis miedo.

No tengáis miedo a confesar vuestra identidad bautismal. Nada de avergonzarnos de los que somos. Quien se avergüenza de su identidad renuncia a su propio ser, se está negando a sí mismo.

No tengáis miedo a perderlo todo por el Evangelio. Quien arriesga su vida por el Evangelio, ése puede estar seguro que tiene a Dios como su propia fuerza.

No tengáis miedo “al qué dirán”. Que los hombres digan lo que quieran sobre vosotros. Lo que importa es lo que Dios pueda decir de vosotros.

No tengáis miedo a que los demás os excluyan. También a Jesús lo excluyeron por ser distinto a los demás.

No tengáis miedo a que los otros “se rían de vosotros”. Que vuestros convencimientos sean más fuertes que las sonrisita y las burlas de los demás.

No tengáis miedo a ser distintos del resto, esa es la mejor manera de confesar vuestro Bautismo y vuestra identidad cristiana. Pienso que no somos lo que tendríamos que ser, por miedo al resto, por miedo a que os consideren un aguafiestas.

Jesús es bien claro. Los hombres pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar vuestro espíritu. Los hombres pueden quitaros la vida del cuerpo, como lo han hecho con los mártires, pero nunca podrán matar vuestra verdadera vida. El mártir sigue más vivo que nunca.

No tengáis miedo a ser santos. Posiblemente la gente no os entienda. ¿Y qué importa que no os entiendan? ¿No es suficiente que seas entendido por Dios?

Cristianos con miedo no sirven para cristianos. Quien tenga miedo a perder su vida, nunca la podrá entregar por los demás. Quien tenga miedo a hablar y confesar a Dios, Dios tampoco lo confesará en el cielo.

Miedo al futuro

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El futuro no existe, sin embargo, nosotros le tenemos miedo. Si algo podemos hacer es prever un futuro positivo. Con el pasado ya no podemos hacer nada, lo que no hicimos ya nadie lo hará, pero el futuro es algo que nosotros podemos iniciar ya desde hoy.

El futuro no existe, pero nosotros podemos hacer que exista.
El futuro no sabemos cómo será, pero nosotros podemos prepararlo.
El futuro no depende de la casualidad, depende de lo que nosotros sembremos hoy.
El futuro de los hijos lo sembramos nosotros hoy.
El futuro de las cosechas, lo sembramos nosotros hoy.
El futuro de la Iglesia, lo sembramos nosotros hoy.
El futuro del matrimonio, lo sembramos ahora que somos enamorados y novios.

Hasta pudiéramos decir que el futuro de Dios en la historia depende de nosotros. Entonces ¿a qué tenemos miedo?

¿No sería mejor que en vez de vivir del miedo al mañana, comenzásemos a sembrar un mañana mejor y más feliz?
¿O será que tenemos miedo a lo que nosotros mismos hacemos?
No tengamos miedo al mañana porque también el mañana depende de Dios.

¿Cómo hablar a los jóvenes de Dios hoy?

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Dios no comenzó a revelarse al hombre con grandes discursos. Dios se reveló al hombre, desde un comienzo, manifestándose en la vida.

Nosotros tenemos una especie de pecado en nuestra evangelización: impartir ideas de Dios, ofrecer teorías de Dios, ofrecer doctrinas sobre Dios. Es cierto que las ideas llenan ese espacio que nuestra mente quiere conocer, pero Dios no es una idea, ni una doctrina, ni una filosofía. Dios es vida, es amor.

Nadie conocerá de verdad el vino por muchos discursos que le digan sobre el vino. Más conoce del vino el que se toma un vaso que quien escucha discursos sobre el mismo.

En una reunión internacional con jóvenes, estos llegaron a esta conclusión: “No nos den sus ideas sobre Dios, muéstrennos el camino para que nosotros hagamos la experiencia de encontrarlo”. “Sus ideas no nos sirven”. “Son las suyas, las que ustedes tienen de Él. Dejen que nosotros consigamos en nuestra experiencia nuestras propias vivencias”.

El joven no es como una botella vacía en la que echamos el vino. El joven quiere hacer su propio proceso de búsqueda, de sorpresa y encuentro. No es cuestión de que otros “hayan visto por nosotros”, sino que “también nosotros veamos”. “No es cuestión de que otros hayan experimentado su presencia, sino que también nosotros queremos experimentarla”.

En el fondo es algo parecido a lo que decía Ortega: “A mí no me den la verdad, díganme donde está y muéstrenme el camino para encontrarla”.

Con frecuencia, los jóvenes no rechazan a Dios cuando dicen no creer en Él. Más bien nos están diciendo que no creen en las ideas de Dios que nosotros les hemos dado. Y en eso puede que tengan mucha razón.

No tener miedo al cambio

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Todo cambio nos asusta pues pareciera que mina nuestras raíces.
Quien no cambia o se queda o se muere.

Si el niño no cambia, quedará en el eterno niño.
Si el tiempo no cambia tendremos o un eterno invierno o un eterno verano.

Diariamente está cambiando nuestro organismo.
Las células se renuevan y comenzamos en envejecer cuando las células ya no se rejuvenecen.

La vida es cambio. Los únicos que no cambian son los que han muerto.
¿Por qué entonces tanto miedo a cambiar?
¿Por qué tanto miedo a rejuvenecernos cada día y hacer que cada día sea nuevo?

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